sábado, septiembre 30, 2006

Memoria de una bocanada

Tres tazas de café inician mi escritura, ha sido un día largo y lleno de problemas, por lo que decido seguir escribiendo para relajarme. Enciendo una pipa con el último gramo de hachís que me queda.
Era un cuento de redención y culpa que no había terminado aún, y quería acabarlo esa noche. Minutos después, la combinación de cansancio mental y alucinógenos me dieron una experiencia genial. Platiqué con un personaje muy agradable mientras escribía. Me contó la historia de su muerte y esto es lo que dijo:

La biografía de mi muerte no es algo sencillo de explicar, describir lo que es dejar de existir no es cosa fácil, lleva tiempo adaptarte a la idea y aceptarla. Como podrás ver, yo sé cómo voy a morir, porque eso es lo que hago en este momento.

La verdad no es como la esperaba, yo creí que iba a ser de vejez, con achaques y carencias por todos lados, conectado a inventos raros que me bombearan vida artificial, dando lastima de hospital, hasta que algún día, ya no escuchara la voz de los que me llaman. Y nada, no fue así, todavía no me decían viejo donde me conocían ni me salían canas o tenia signos de vejez y mucho menos de senectud, pero así fue.

No se la fecha exacta de cuando ocurrió, pero sé que de la mitad de mi vida hacia éste momento, me fui volviendo cada vez un poco más necio, hasta llegué a dudar de mi propia existencia. No me daba cuenta de cómo cada vez menos gente se acordaba de mí; lo vi pasar y no hice nada. ¿Cómo es que alguien como yo, no hace nada por sobrevivir? sólo por eso tal vez merecía dejar esta vida.

No es que me haya vuelto loco con eso de dudar de mi existencia, pero darme cuenta de que mi muerte no va a detener la rotación del planeta y que en cambio existirá tanta vida aún cuando yo ya no, me hace creer que de verdad no le importaría a nadie mi ausencia. Y si le sumamos que mucha gente cree que estas muerto, sólo porque te ha olvidado, no me puedes culpar por dudar.

En fin, debo decir que no creo que esto haya sido coincidencia; me refiero a lo de saber que estoy muriendo en este instante y el saber que no me dirigiré hacia las nubes, donde se supone que debería ir. (Aunque después de todo, no me porté muy bien que digamos y tal vez merezca ir al infierno, donde sea que eso quede). Tal vez se deba a que no hice lo que dije o hice lo contrario, o algo por el estilo de lo que te enseñan en cualquier iglesia moderna.

Cuando inicié el viaje hacia mi destino, empecé a sentir miedo, es una sensación extraña cuando el aire toma forma y se acerca a ti, te toma por los pies y sube hasta tu corazón, cuando llega a tus ojos es cuando lo puedes ver, ves el mundo como luce en realidad, eso es lo que te asusta. Descubres que tu realidad no existe, no es ni la más mínima parte de lo que ves ahora. Se puede ver la memoria de las cosas y estas se acercan a ti, te acosan con sus miradas, te empujan hasta arrinconarte y sumergirte en el suelo donde ya tus pies se perdieron de vista, los muros te abrazan sin dejarte respirar. Pero no lucho contra esa sensación, porque sé que el viaje acaba de comenzar.

Y yo que siempre decía: yo me muero de viejo antes que de olvido.

Que equivocado estaba al creer que mi destino no estaba escrito y que lo cambiaba con mis decisiones diarias o que lo burlaba al hacer lo contrario de lo que mis instintos me dictaban.

Ahora estoy del otro lado, en la oscuridad, siento el frío reconociendo mi cuerpo, abrazándolo, como si supiera que acabo de llegar. Música negra empieza a sonar a lo lejos y se acerca, son sonidos tan veloces que no se escuchan, solo se sienten al atravesarme; el llanto de un niño, la voz de un hombre, las voces de los animales llamándome, el mismo aire tiene sonido aquí, lo siento todo al mismo tiempo; la música se aleja poco a poco y eso me relaja. He llegado a mi destino.

Jinetes negros pisoteando cadáveres con los cascos llameantes de los corceles negros escupidores de fuego, demonios devorando tus intestinos y tu carne, solo dejando huesos raídos; regenerándose casi completamente al día siguiente listos para recibir el castigo por el siguiente pecado. Ese podría ser un buen infierno para alguien demasiado influido por el cine y otros medios, pero no, mi infierno no es tan malo, de hecho hasta huele bien y llega a ser confortable, algún día voy a investigar si es posible traerte a conocerlo sin matarte.

¿Sabes? Para portarte mal debes conocer el bien y viceversa, no sé por qué nunca lo entendieron quienes me imitaban. Se limitaban a desperdiciar sus vidas con quejas y lamentos, como si yo hubiera sido el culpable de lo que les pasaba, y no ellos con su libre albedrío.

En el tiempo en el que yo hablaba y los volcanes callaban, les enseñe a tener curiosidad, les mostré el universo y su grandeza, nunca dije que fueran perfectos o que entendería sus defectos, tampoco los abandoné, no puedo abandonarlos si nunca estuve con ellos.

Si las cosas fueran echas para ser reales éstas existirían. Ahora me doy cuenta de que tal vez nunca existí más allá de mi imaginación, y que su olvido, no es mas que la respuesta al mío; he olvidado hasta como me llamaban o cual era mi nombre original.

Empiezo a sentir calor y tengo un hambre indescriptible, empiezo a vivir mi destino nuevamente, ahora en el infierno, mi infierno personal, con miles de caídos como yo, caídos que dejaron de ser lo que fueron.

Es mi turno de quejarme por la muerte que no merecía, por mi destino de convertirme en lo que mas odié, por no ser feliz, por no saber lo que es la felicidad siquiera, por no poder darme cuenta de que aún puedo hacer lo que quiera, que puedo crear igual que antes ideas y emociones.

No, ya no puedo siquiera saber de que me quejo, el olvido ya me alcanzó y me está consumiendo, me han olvidado todos. He dejado de existir por completo, ahora solo soy otro humano más iniciando su condena, esperando conservar un ultimo rastro de memoria para no olvidar lo que fui en un origen, no olvidar mi magnificencia, mi omnipotencia, no olvidarme a mi mismo.

Después de todo, en este infierno todos somos dioses caídos.



Luego de escuchar con atención las palabras del hombre y verlo disminuir de tamaño hasta convertirse en nada, liberé otra bocanada de humo, di un trago más al café caliente y seguí escribiendo hasta terminar mi propia historia de culpa y redención.

1 comentario:

ciudadrednell dijo...

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